Braman su grito de guerra: «Asociación ñeta». Uno suelta la mano y rompe el círculo que une a entre 300 y 500 personas. Es el fin. El horizonte es gris, cargado. Más luces se encienden.
No hace tanto, y en más de una ocasión, brotaron, como las mascarillas ministeriales en tiempos de Koldo, unas octavillas esparcidas por los pasillos del Clínico, de suelos alicatados con terrazo de ...